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Muere el cantante Chiquetete

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El cantante Antonio José Cortés Pantoja, conocido como Chiquetete, ha fallecido en Sevilla tras sufrir un ataque al corazón, según han confirmado este domingo a Europa Press desde Idarte Producciones.

Desde esta productora han explicado que el cantante se encontraba hospitalizado en la Clínica de Fátima de Sevilla por una operación de cadera que se ha complicado, y ha fallecido finalmente por un ataque al corazón.

Antonio José Cortés Pantoja, hijo de Manuela Pantoja Cortés, nació en Algeciras (Cádiz), aunque pronto su familia mudó su residencia a Sevilla cuando contaba con ocho años. Con 12 años se inició en el mundo artístico formando parte del conjunto Los algecireños (posteriormente llamado Los Gitanillos del Tardón), junto a Manuel Molina Jiménez y Manolo Domínguez 'El Rubio'.

En ese momento adoptó el nombre artístico de su tío materno, y padre de la también artista Isabel Pantoja, Juan Pantoja Cortés, que había formado un trío flamenco llamado Trío de los gaditanos junto a Florencio Ruiz Lara y Manuel Molina El Encajero y que, a su vez, había tomado el nombre artístico de su padre Pipoño de Jerez, posteriormente conocido como El chiquetete de Jerez, debido a que una vecina de la localidad y natural de Alicante comenzó a llamarle xiquet (niño).

Alternando su carrera con el trío con actuaciones en diferentes festivales, en 1976 obtuvo el Premio Mairena del Alcor. Tras ello inició su carrera en solitario con la grabación del LP 'Triana despierta' junto a Paco Cepero y Enrique de Melchor.

Durante unos años continuó como cantaor flamenco hasta que en 1980 con su LP 'Altozano', da un giro a su carrera y se adentra en un género de balada romántica con influencia flamenca. El segundo LP de esta etapa, 'Tú y yo', de 1981, contenía todavía ritmos tradicionales como bulerías, fandangos o soleares. En 1988 lanzó 'Sevilla sin tu amor', que contenía uno de sus mayores éxitos: la sevillana 'A la Puerta de Toledo'. Un año más tarde publicó 'Canalla', con temas compuestos por Juan Pardo.

En 2004 publicó 'Como la marea', bajo la producción musical de su hijo Fran Cortés. Este hijo, junto con el mayor, Antonio, y una hija, Rocío, son los tres habidos en su matrimonio con su primera esposa, la bailaora Amparo Cazalla Mora.


Chiquetete, de los últimos grandes

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Con la muerte de Antonio Cortés Pantoja, Chiquetete, se ha ido uno de los últimos grandes del cante andaluz. Pocos llegaron más lejos que él en el cante y la canción. Como cantaor revolucionó los festivales de verano en los setenta junto a Camarón, Lebrijano, Enrique Morente, José Menese y La Paquera, entre otros intérpretes. Pero antes de eso ya había formado parte de Los Chavalillos del Tardón, con Manuel Molina y Manuel Domínguez El Rubio. Luego llegaron los tablaos, en los que destacó como un gran cantaor de cuadro, siendo el preferido de algunos de los más grandes bailaores y las más famosas bailaoras de la época. Me refiero a Farruco, Rafael el Negro, Matilde Coral y Manuela Carrasco. Pero cuando apareció su primer elepé, su fama creció como la espuma y, con Paco Cepero a la Guitarra, comenzó su particular revolución en el cante con un estilo que no se parecía al de nadie. Tenía un sello que le permitió colocarse pronto entre los grandes de su tiempo. Una voz fresca, acompasada y dulce, sin dejar de ser flamenca, que supuso un golpe de timón del viejo cante jondo, para gozo de muchos e irritación de otros tantos, los puristas, que no celebraron su estilo de corte comercial. Aunque eso llegaría más tarde, porque en sus inicios, Chiquetete era un cantaor de corte clásico trianero, destacando en las soleares del Zurraque y en los estilos festeros como los tangos y las bulerías. Nunca fue un cantaor de gran jondura, pero su voz llegaba a miles de personas y eso fue lo que le animó a pisar terrenos más comerciales, dedicándose a las sevillanas, género en el que triunfó de manera rotunda, para más tarde hacer baladas gitanas, convirtiéndose ya en un cantante de fama mundial. Se hizo rico, pero quizá no supo asimilar el cambio y poco a poco fue decayendo como artista y entrando en una etapa de su vida un tanto triste, con problemas personales que minaron su salud y su economía. Pero a pesar de la dureza de ese cambio, el artista no dejó jamás de serlo, aguantando con enorme dignidad los malos tiempos. Con él se ha ido un gran artista y, lo que es aún más importante, una gran persona muy querida por sus compañeros del arte. Un artista que ya es historia de este país. Un día triste para Sevilla.

Susana Díaz, Marín y Moreno lamentan la muerte de Chiquetete

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La presidenta de la Junta de Andalucía en funciones, Susana Díaz, ha lamentado este domingo la muerte del cantante Antonio José Cortés Pantoja, conocido como Chiquetete, y de quien ha destacado su "manera dulce y contenida de interpretar la canción flamenca".

Desde su cuenta de Twitter, Susana Díaz ha trasladado su "pesar y condolencias a toda la familia del flamenco por la muerte de Antonio Cortés Pantoja, Chiquetete".

"Nos queda para siempre su arte, esa manera dulce y contenida de interpretar la canción flamenca, de la que fue su hacedor", añade la presidenta de la Junta en su comentario en Twitter, que concluye con un "DEP" ("Descanse en paz").

El cantante Antonio José Cortés Pantoja ha fallecido en Sevilla tras sufrir un ataque al corazón, según han confirmado este domingo a Europa Press desde Idarte Producciones.

Desde esta productora han explicado que el cantante se encontraba hospitalizado en la Clínica de Fátima de Sevilla por una operación de cadera que se ha complicado, y ha fallecido finalmente por un ataque al corazón.

El presidente del PP-A y candidato a la Presidencia de la Junta de Andalucía, Juanma Moreno, ha lamentado este domingo la "triste noticia" de la muerte del cantante Antonio José Cortés Pantoja, conocido como Chiquetete, a quien ha definido como "una gran voz de nuestra tierra".

"Hoy nos hemos despertado con la triste noticia del fallecimiento de Chiquetete", ha comentado el líder del PP-A en su cuenta de Twitter, desde donde expresa su "más sincero pésame a los familiares y amigos de quien ha sido una gran voz de nuestra tierra".

También el líder de Ciudadanos (Cs) en Andalucía y candidato a la Presidencia de la Junta en las pasadas elecciones del 2 de diciembre, Juan Marín, ha lamentado este domingo la muerte del cantante Antonio Cortés Pantoja, Chiquetete.

Desde su cuenta de Twitter, el dirigente de Cs ha querido expresar sus "más sentidas condolencias por este triste suceso". "El mundo de la música está hoy de luto. DEP", ha escrito Marín.

El tanatorio de la SE-30 acoge el velatorio de Chiquetete

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El tanatorio de la SE-30 acoge este domingo el velatorio del cantante Antonio José Cortés Pantoja, conocido como Chiquetete, que ha fallecido en Sevilla tras sufrir un ataque al corazón.

Así lo han confirmado a Europa Press fuentes del tanatorio, que han precisado que el cuerpo del cantante se encuentra en la sala VIP de las instalaciones y que ha llegado sobre las 10,00 horas de este domingo.

Desde Idarte Producciones han explicado que el cantante se encontraba hospitalizado en la Clínica de Fátima de Sevilla por una operación de cadera que se ha complicado, y ha fallecido finalmente por un ataque al corazón.

Antonio José Cortés Pantoja, hijo de Manuela Pantoja Cortés, nació en Algeciras (Cádiz), aunque pronto su familia mudó su residencia a Sevilla cuando contaba con ocho años. Con doce años se inició en el mundo artístico formando parte del conjunto Los algecireños (posteriormente llamado Los Gitanillos del Tardón), junto a Manuel Molina Jiménez y Manolo Domínguez 'El Rubio'.

En ese momento adoptó el nombre artístico de su tío materno, y padre de la también artista Isabel Pantoja, Juan Pantoja Cortés, que había formado un trío flamenco llamado Trío de los gaditanos junto a Florencio Ruiz Lara y Manuel Molina El Encajero y que, a su vez, había tomado el nombre artístico de su padre Pipoño de Jerez, posteriormente conocido como El chiquetete de Jerez, debido a que una vecina de la localidad y natural de Alicante comenzó a llamarle xiquet (niño).

Alternando su carrera con el trío con actuaciones en diferentes festivales, en 1976 obtuvo el Premio Mairena del Alcor. Tras ello inició su carrera en solitario con la grabación del LP 'Triana despierta' junto a Paco Cepero y Enrique de Melchor.

Durante unos años continuó como cantaor flamenco hasta que en 1980 con su LP 'Altozano', da un giro a su carrera y se adentra en un género de balada romántica con influencia flamenca. El segundo LP de esta etapa, 'Tú y yo', de 1981, contenía todavía ritmos tradicionales como bulerías, fandangos o soleares. En 1988 lanzó 'Sevilla sin tu amor', que contenía uno de sus mayores éxitos: la sevillana 'A la Puerta de Toledo'. Un año más tarde publicó 'Canalla', con temas compuestos por Juan Pardo.

En 2004 publicó 'Como la marea', bajo la producción musical de su hijo Fran Cortés. Este hijo, junto con el mayor, Antonio, y una hija, Rocío, son los tres habidos en su matrimonio con su primera esposa, la bailaora Amparo Cazalla Mora.

Chiquetete, el flamenco que fue número 1 de Los 40 Principales

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Antonio José Cortés Pantoja, conocido artísticamente como Chiquetete (Algeciras, 1948), fallecido la pasada madrugada, será recordado sobre todo por ser el primer cantaor que consiguió meter una canción en lo más alto de la lista de Los 40 Principales.

Cuando se acercaba la Navidad de 1984, su canción 'Esta cobardía' consiguió estar en el número 1 de la lista de éxitos más importantes de la época, justo entre el 'Blue jean' de David Bowie y 'Arturo', de Cadillac, los dos temas que le precedieron y cogieron el testigo respectivamente en ese honor musical.

Hoy día, el buscador de música de la cadena todavía permite recordar ese hito, incluso viendo el vídeo de un tema que ha sido versionado hasta la saciedad, tras salir de la mente y el arte de Francisco Lopez-Cepero García y Francisco Martínez Moncada.

Pero antes de eso, este algecireño criado en Triana había vivido desde pequeño el ambiente flamenco en el famoso barrio sevillano, donde fue compañero de juegos de otros artistas como Lole Montoya, Isabel Pantoja, Manuel Molina o Manolo Domínguez el Rubio.

Con estos dos últimos compartió sus primeras actuaciones bajo el nombre de "Los Algecireños", primero, y "Los Gitanillos del Tardón", después.

En 1975, tras obtener el premio Mairena, inició su carrera en solitario, aunque durante unos años continuó como cantaor hasta que a principios de los ochenta dio un giro a su carrera y se adentró en el género de la balada romántica con influencia flamenca, consiguiendo en 1985 ser Disco de Oro, Disco del Año y hasta Grammy Internacional con 'Esta cobardía'.

Con su disco 'Aprende a soñar', el sexto de su carrera, consiguió vender un millón de ejemplares -diez discos de platino-, y tal fue su eco que tuvo que ser reeditado en 1997 para que sus admiradores lo volvieran a tener en sus casas.

Está considerado como el principal artífice de abrir al arte jondo a nuevos auditorios como lo harían después José Mercé o Miguel Poveda.

En los años 80 vendió un millón de copias y se puso por delante de Rocío Jurado, Raphael y Rocío Dúrcal.

En el 2017 salió al mercado su disco 25, un trabajo llamado 'La magia de una vez', creado por las ganas que seguía conservando a sus 70 años de sacar temas que estaban guardados y que siempre había mantenido la curiosidad de ver el resultado de respuesta del público en el siglo XXI.

Realizado por Domi Serralbo y Jesús Chávez en Sevilla, la producción fue dirigida por su hijo Fran, y el resultado un disco que encierra lo mejor de un cantante que queda para el recuerdo como el hombre que llevó al flamenco a lo que en la España que dejaba de estar en blanco y negro se llamaba 'canción ligera'.

The Miarmers, un nuevo concepto musical que dará mucho que hablar

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Provocadores, desvergonzados, trasgresores y sumamente divertidos. Son algunos de los calificativos que se merece The Miarmers, una banda de música difícil de clasificar que nace con la intención de volcar en el rock la herencia cultura popular andaluza, sevillana, macarena y trianera. Y es que, si algo define a este grupo es su vocación de sacarle partido a la diversidad. De ahí que se atrevan a mezclar un género tan popular y castizo como la copla española con el rock más duro. No en vano el grupo en sí es de lo más diverso ya que reúne a a dos músicos profesionales como Eduardo Cruz (Pitu) a la guitarra electríca y Raúl Cejas (Barón Samedi) con dos profesionales del teatro, Juan Luís Corrientes que aquí toca la batería y canta los coros, y la voz cantante de la banda, Paz Alarcón, a quien recientemente hemos visto en la popular serie Cuéntame encarnando el papel de la abuela de joven en el capítulo en el que ese personaje viaja a su pasado.

¿Juan Luís, qué hacen unos teatreros como vosotros con un proyecto como éste? Nosotros siempre hemos tenido una relación muy especial con la música aparte de nuestras carreras como actor o actriz, Paz con su voz y yo con la batería, instrumento que me acompaña en mi vida desde que tenía 15 años en mis tiempos de heavy metal, tengo alma de metal.

¿Y ese nombre? Nada ocurre por casualidad, surgió hablando un día en el coche viniendo de ensayar. “Mi arma” son palabras muy simbólicas en Sevilla es algo cercano y verdadero, eso sí le ponemos el artículo en ingles delante para darle un carácter internacional... esto es guasa claro ja, ja, ja THE MIARMERS... tal como suena.

¿Por qué las coplas, es porque están de moda? Las buenas coplas nunca pasan de moda, esas melodías y esa letras están arraigadas en nuestro universo personal, seas de donde seas, escuches la música que escuches y tengas la edad que tengas, siempre hay algo que te recuerda o te hace estar cercana a ellas, aún con el paso del tiempo, esas letras, esas coplas cuentan historias que se sienten y llegan al alma y creo que algo parecido ocurre también con el rock duro o heavy metal, con esta mezcla la épica está servida.

La mayoría están vinculadas a Rocío Jurado, ¿no os pone eso el listón muy alto? El abanico de las canciones que hemos versionado es muy amplio desde las Grecas hasta Bambino, pasando por Lola Flores, Isabel Pantoja o Gracia Montes pero es Rocío Jurado y con temas muy característicos de ella como “Señora” , “Se nos rompió el amor”y “Como una ola” quien se lleva la palma.. Y a partir de aquí podemos decir que hasta que Paz aguante... Es una crack, ella lo da todo en cada tema con su voz y su arte. Y te contaré una pequeña anécdota. El otro día vinieron a vernos desde Chipiona varias personas que conocieron muy de cerca a Rocío Jurado, entre ellos Agustín del Moral de Azabache, en quién confió Paz su vestuario de esa noche. Y él mismo que fue su asesor y amigo íntimo y que además este año ha sido escogido para hacer la Exaltación de Rocío Jurado en su semana en Chipiona, nos confesó en camerinos que a Rocío le hubiera encantado nuestra propuesta, porque ella era una mujer muy revolucionaria e innovadora, que hubiera disfrutado escuchando sus canciones con nuestra propia versión y personalidad y que seguro hubiera tenido un detalle con Paz de regalarle algún abanico o peina o una prenda de su vestuario porque era una mujer muy generosa.

¿No es un poco arriesgado mezclar dos géneros tan diferentes que en principio convocan a públicos de un perfil muy distinto?
Es arriesgado claro que sí pero cuando las cosas se hacen con sinceridad y honestidad funcionan. La melodía de los temas y las letras tienen un fuerza increíble y el rock duro las potencia de tal forma que se hacen épicas

La verdad es que al escuchar vuestra versión de las coplas parecen que casan muy bien con el rock, ¿es así o es que sois muy buenos adaptando? Los cuatro proponemos a la hora de crear las versiones siendo sensibles con lo que estamos haciendo, respetando la esencia de la copla y acercándola a un terreno en el que estamos muy cómodos como es el rock duro o heavy metal, que sobre todo Pitu el guitarra, Raúl el bajista y yo hemos escuchado desde la adolescencia , la verdad es que van saliendo de forma natural ... y hay una cosa muy importante y que se refleja en lo que hacemos y es que somos muy buenos amigos.

Pareciera que más que cantar, Paz se ha propuesto dramatizar las coplas, ¿esa evidente impronta teatral es algo intencionado? Bueno cada una de las coplas versionadas -y es difícil lo que proponemos- tiene un camino individual y original tanto en su creación cómo en su puesta de largo. Cuando las tocamos en directo se une el poderío de Paz como actriz y como cantante y la mezcla es muy potente. Lo que sí te puedo asegurar es que no es algo vigilado o premeditado,sino que surge por la propia fuerza y pasión del momento.

¿Cuál de ellas os ha costado más versionar? Sí es verdad. Unas cuestan mas que otras sobre todo porque la mayoría están orquestadas y el que manda o mejor dicho la que manda es ella. Es fascinante cuando escuchas y ves a las grandes cantantes de copla como mantienen la tensión del tema y es el director de orquesta el que está con ellas vigilante a ver por donde va a salir, pero todo se une y se produce la magia. Como te he dicho antes cada una va creándose de una forma especial y por decirte una “Soy una Feria” que canta la gran Gracia Montes nos dio muchos quebraderos de cabeza tanto en su estructura musical cómo por donde meterle mano ya que la letra es una pasada.

¿No teméis que os acusen de degenerar la copla en una ciudad tan tradicional como Sevilla? No lo creo y si esto ocurriera entonces es que no nos habrían entendido. Lo que hacemos es regenerar desde la esencia, y porqué no decirlo, cimbrear ese árbol del pasado y llevarlo al presente.

¿Diríais que el proyecto nace como ejercicio de transgresión o es sólo afán de diversión? Nace con un carácter sincero y honesto en todos los sentidos,y la línea de transgresión y diversión de esta manera de entender la copla y el rock están unidas y lo que si es verdad es que después de la presentación el otro día en la sala Silvio del Espacio Turina las consecuencias tanto del publico como de la crítica han sido maravillosas y nosotros metidos dentro del proyecto no nos hemos dado cuenta de la dimensión de lo que estamos haciendo, quizás porque todo surge de forma natural y sin pretensiones.

Por cierto que en esa presentación, que tuvo lugar el pasado día 4, contasteis con unas colaboraciones de lujo. Eso es otra, a muchos compañeros y compañeras a los que queremos y admiramos cómo profesionales y sobre todo como amigos les fascinó la idea de participar con esas hermosas pinceladas lo dieron todo : Marcos Vargas, La Choni, Jose Luis Ortiz Nuevo, Alicia Acuña, Abbi Fernandez, Elías Pelayo, Ale Peña, Manuel Colchero...

¿Y el disco pa’ cuando?

Pues hay que ver lo que es la vida, Lola , tú nos haces esta pregunta y el otro día hablamos de esta cuestión y queremos hacerlo en breve. Sin duda el paso a seguir sería también hacer temas originales propios con nuestro sello se copla rock y combinarlos con las versiones, sería bonito sacarlo un LP , digo LP porque no podría ser de otra forma, en vinilo.

Familiares y amigos de Chiquetete despiden al cantante

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Familiares, amigos y representantes del mundo del flamenco se dan cita en el Tanatorio de la SE-30 de Sevilla para dar el último adiós a Antonio Cortés Pantoja, Chiquetete, fallecido la pasada madrugada a los 70 años víctima de una dolencia cardíaca.

Entre las personas que han acudido a dar el pésame a la familia se encontraba la cantante y presentadora María del Monte, que ha definido a Chiquetete como un hombre "que tenía buen corazón".

María del Monte ha apostillado que se trataba de alguien que adoraba a su padre, entendiendo que fue alguien que marcó un antes y un después en el mundo del flamenco, "que atravesó las fronteras de nuestro país, e hizo internacional una música del sur, fue un gran innovador", ha añadido.

Personas menos conocidas pero también con influencia en la vida del cantante han querido acudir al tanatorio, como la presidenta de la asociación La Giradilla de Carmona (Sevilla), Esperanza Núñez, que el año pasado organizó la cabalgata de Reyes Magos en la que Chiquetete fue el Rey Melchor.

"Ha sido un palo para nosotros. Sabíamos que lo operaban pero no que iba a llegar a tanto", ha dicho Núñez, que ha agregado: "Nos hemos quedado de piedra por la mañana cuando nos hemos enterado".

Compañeros de profesión del fallecido, como Alba Molina o Pepe el Marismeño, también han acudido al tanatorio, aunque han declinado hacer declaraciones a los periodistas.

Fuentes familiares han informado de que el cantante fue operado de un problema de cadera el pasado jueves, y en recuperación de la operación sufrió una angina de pecho de la que fue operado, para posteriormente sufrir complicaciones cardíacas por las que falleció a las tres de la pasada madrugada.

El funeral se celebrará mañana a las 12.00 en la Iglesia de los Gitanos de Sevilla, en la calle Verónica de la capital hispalense.

El Santuario de Los Gitanos de Sevilla acogerá este lunes el funeral de Chiquetete

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El Santuario de Nuestro Padre Jesús de la Salud y María Santísima de las Angustias de la Hermandad de Los Gitanos de Sevilla acogerá este lunes día 17 de diciembre la misa funeral del cantante Antonio José Cortés Pantoja, conocido como Chiquetete, que ha fallecido este domingo.

Así lo han confirmado a Europa Press fuentes del citado templo sevillano, que han precisado que el funeral se celebrará a las 12,30 horas.

Hacia allí se trasladará el féretro del artista, que durante la jornada de este domingo ha permanecido en el tanatorio de la SE-30, que ha acogido así el velatorio del cantante, que ha fallecido en Sevilla tras sufrir un ataque al corazón.

Desde Idarte Producciones han explicado a Europa Press que el cantante se encontraba hospitalizado en la Clínica de Fátima de Sevilla por una operación de cadera que se ha complicado, y ha fallecido finalmente por un ataque al corazón.

Antonio José Cortés Pantoja, hijo de Manuela Pantoja Cortés, nació en Algeciras (Cádiz), aunque pronto su familia mudó su residencia a Sevilla cuando él contaba con ocho años. Con doce años se inició en el mundo artístico formando parte del conjunto 'Los algecireños' (posteriormente llamado 'Los Gitanillos del Tardón'), junto a Manuel Molina Jiménez y Manolo Domínguez 'El Rubio'.

En ese momento adoptó el nombre artístico de su tío materno, y padre de la también artista Isabel Pantoja, Juan Pantoja Cortés, que había formado un trío flamenco llamado 'Trío de los gaditanos' junto a Florencio Ruiz Lara y Manuel Molina 'El Encajero' y que, a su vez, había tomado el nombre artístico de su padre Pipoño de Jerez, posteriormente conocido como El chiquetete de Jerez, debido a que una vecina de la localidad y natural de Alicante comenzó a llamarle 'xiquet' (niño).

Alternando su carrera con el trío con actuaciones en diferentes festivales, en 1976 obtuvo el Premio Mairena del Alcor. Tras ello inició su carrera en solitario con la grabación del LP 'Triana despierta' junto a Paco Cepero y Enrique de Melchor.

Durante unos años continuó como cantaor flamenco hasta que en 1980, con su LP 'Altozano', da un giro a su carrera y se adentra en un género de balada romántica con influencia flamenca. El segundo LP de esta etapa, 'Tú y yo', de 1981, contenía todavía ritmos tradicionales como bulerías, fandangos o soleares. En 1988 lanzó 'Sevilla sin tu amor', que contenía uno de sus mayores éxitos: la sevillana 'A la Puerta de Toledo'. Un año más tarde publicó 'Canalla', con temas compuestos por Juan Pardo.

En 2004 publicó 'Como la marea', bajo la producción musical de su hijo Fran Cortés. Este hijo, junto con el mayor, Antonio, y una hija, Rocío, son los tres habidos en su matrimonio con su primera esposa, la bailaora Amparo Cazalla Mora. Su último trabajo publicado fue 'La Magia de una voz', en 2017.


La convicción de una emprendedora

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Matilde de Urrutia Matesanz es conocida en el mundo de la farándula madrileña desde hace decenas de años. En sus talleres se han cosido buena parte de los trajes que lucieron los mejores bailarines y bailarinas que se han subido a los escenarios de distintas ciudades españolas. Es raro que alguien que visita Madrid, conociendo el centro de la ciudad, no pase por delante del escaparate de la tienda de disfraces y trajes de danza conocida como ‘Maty’

Alrededor de las grandes producciones teatrales siempre encontramos una serie de personas que trabajan duro para que los proyectos se puedan hacer realidad. Es raro que nadie se pregunte quién ha cosido esos trajes tan hermosos que vemos sobre el escenario. Los que andamos alrededor, también, de esos escenarios para analizar lo que sucede sobre ellos, tenemos el privilegio de conocer a algunas de esas personas que, desde el anonimato, consiguen que la magia del teatro, de la danza o de la ópera, se impongan cada tarde que pasa.

Matilde de Urrutia ha dedicado su vida entera al negocio que puso en marcha hace ya muchos años. Comenzó haciendo algo que los jóvenes no saben ni siquiera que se pudiera hacer: cogía puntos a las medias de mujer. Compró su primera máquina cuando renunció a un viaje con su tío. En lugar de ese viaje, Matilde pidió a su familiar que le comprase esa máquina para poder montar su propio negocio. Cuando en 1953 conoció al que sería su esposo (tres meses de noviazgo fueron suficientes porque «antes teníamos poco que pensar, Gabriel. Si decíamos sí era sí».) aparecen algunas dificultades propias de la época. No todos en la familia de su esposo veían con buenos ojos eso de que la mujer trabajase fuera de casa. Sin embargo, Matilde y su esposo tuvieron claro que ella debía trabajar por su cuenta y que la familia no tenía gran cosa que decir al respecto. «Si no hubiera sido así me hubiera durado el matrimonio quince minutos. Yo era hija de separada. Y en esa época era rarísimo. Tenía muy claro que quería mantener intacta mi independencia. Mi marido me comprendió desde el primer momento. Era un hombre extraordinario», dice Matilde mientras juega con una servilleta de papel. Estamos tomando un café en el Café de Oriente de Madrid. Un privilegio el lugar y la compañía. Matilde sigue hablando, ahora con la mirada algo más perdida en el recuerdo: «Siempre digo que cuando murió mi marido murieron dos personas; la otra era yo que quedé muerta en vida; su muerte me ha costado veinte años de mi vida».

El negocio siempre fue cosa suya. Una mujer emprendedora en esa época era una rareza absoluta. Iba creciendo y, al mismo tiempo, ella iba buscando la mejor ubicación de los talleres y la tienda. Si el cliente se desplazaba, ella hacía el mismo movimiento.

Matilde tiene 88 años y habla con convicción. Le gusta cómo ha hecho las cosas en todos los ámbitos. Ha sido feliz trabajando y dando trabajo; ha sido feliz en su matrimonio; habla con orgullo de su familia. «Todo consiste en organizarse y en hacer las cosas bien. Mira, todos mis hijos se han criado tomando el pecho. Fui capaz de manejar el tiempo para poderlo hacer. También es cierto que tenía dos mujeres ayudando en casa. Pero nunca se me ocurrió renunciar a tener hijos por mantener el negocio y sacarlo adelante». Matilde habla de su madre con devoción. Como habla de su marido. «Mi madre fue muy liberal y me enseñó que se podía trabajar y ser madre. Ella era una mujer muy bien preparada. Logró trabajar en un puesto estupendo. Bordaba, cosía, leía... Una mujer separada en su época era una especie de monstruo extraño».

Le pregunto si cree, entonces, que la familia es la clave de todo. No duda ni un instante para afirmar con rotundidad. Le pregunto si eso es igual en el mundo actual. Duda. «Antes teníamos menos cosas, pero las apreciábamos mucho más. El esfuerzo que realizaba un padre calaba mucho en los hijos. Hoy somos más infelices porque ese esfuerzo y todo lo que ocurre a nuestro alrededor parece ser un derecho y nos hace estar exigiendo cada minuto. No se puede ser feliz cuando sientes que no se te da lo que crees que es tuyo. Y resulta que ahora pensamos que todo es nuestro».

Durante nuestra charla, hemos hablado de lo maravilloso que era el centro de Madrid. Los chavales podíamos merendar en la tienda del barrio porque, más tarde, iría nuestra madre o nuestro padre a pagar. Cualquier vecino estaba dispuesto a ayudar si era necesario. Madrid era un conjunto de barrios y no una masa amorfa como la actual. Hemos hablado de un negocio que ha logrado sobrevivir a la llegada de un mercado demoledor alterado por personas orientales que llegaron destrozando los precios (»A nosotros eso nos hizo trizas, Gabriel»). Hemos hablado de cómo ella se entregó a su marido por amor y no por ninguna otra cosa. Hemos hablado de lo divino y de lo humano.

Nos despedimos. Una de las nietas de Matilde, María, llega para rescatarla. Tengo la sensación de ver cómo de aleja parte de lo que ha sido Madrid, de lo que han sido los escenarios españoles, de lo que ha sido una época entera.

En las hojas del tiempo

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Según Herminio González, Maestro de Capilla de la S. I. Catedral de Sevilla, hay que remontarse hasta el siglo IV para hallar el primer testimonio de niños cantores en una iglesia. De hecho, «la monja española Egeria confirma ya su presencia en el Kyrie eleison de la oración de los fieles del Oficio en Jesuralén, y participan siglos más tarde, al menos en la liturgia hispano-mozárabe y en la galicana». Por tanto, es lógico pensar que tras la reconquista de la ciudad por Fernando III y la posterior reapertura de la antigua mezquita como lugar de culto cristiano, esta contaracon la presencia organizada de mozos de coro—niños cantores y acólitos— para la liturgia solemne, siguiendo la práctica que era común por entonces en España. Desde entonces no han faltado coros polifónicos en la catedral hispalense, y si nos fijamos en el Renacimiento, los pequeños cantores de entonces se encargaban de las voces superiores —particularmente del cantus—, de los versos responsoriales del oficio, de algunas otras secciones, y a veces también de varias danzas y trozos de los autos y pasos que solían realizarse por Navidad y Pascua. Como nos recuerda González, «estos chiquillos solían ser de cuatro a diez, aunque en la segunda mitad del siglo XV se generalizó el número seis, razón por la que bien entrado el XVI pasaran a denominarse seises en toda España, y en Sevilla en la segunda mitad del siglo XVI: siendo maestro de capilla Francisco Guerrero (1517-1599)».

Un guiño a los Austrias

Por tanto, hablar de los seises es referirse una de las tradiciones más señeras de la ciudad, siendo consustancial a fiestas marcadas en rojo en el calendario, como la festividad de la Inmaculada Concepción o el Corpus Christi. Si bien podemos atestiguar la actividad de los mozos de coro desde la época visigoda, no podemos decir lo mismo de los danzantes, cuyo origen se pierde en el tiempo. No obstante una cosa parece estar clara: su aparición viene ligada a la procesión del Corpus; de ahí que podamos afirmar, con meridiana claridad, que esta celebración fue el acontecimiento que impulsó, durante el período renacentista, el nacimiento de la danza sagrada en la Catedral, siendo, a lo largo de cinco siglos, la única razón de su existencia. En cuanto a las piezas musicales que interpretan en sus bailes, no nos cabe ninguna duda de que, en un principio, estas eran villancicos. Pero no en el sentido navideño que le damos hoy día, sino ligados a la tradición popular de autores mozárabes del siglo XI y especialmente del XV, como Juan del Enzina. En cuanto a los trajes, llamativos tanto en su composición como en los colores, estos remiten al estilo imperante en la corte de los Austrias, siendo el trajecito habitual de los pajes que, posteriormente, alternará el azul o el rojo en función de la festividad.

Más de trescientas páginas

Fiel a su cita, dicha estampa volverá a hacerse realidad con motivo del día de la Inmaculada, el viernes 8 de diciembre, con sus respectivas octavas, cuando las castañuelas —antaño adufes o panderos— vuelvan a resonar bajo las bóvedas catedralicias al son de El sol es tu vestido o En las hojas del tiempo. Antes, todos los amantes de esta preciosa tradición podrán amenizar la espera sumergiéndose en las páginas de un libro imprescindible para conocerla. Estamos hablando de La Magia de los Seises de Sevilla, publicación coral que fue presentada ayer martes en un abarrotado salón Colón del Ayuntamiento de Sevilla y que recoge todo lo que un sevillano debería saber sobre estos peculiares «danzarines». Publicado por Ediciones Alfar y maquetado con mimo por el fotógrafo Antonio del Junco —desde el papel estucado y cosido hasta su formato cuadrado, la edición es encomiable—, sus más de trescientas páginas nos invitan a viajar a los orígenes de la tradición hispalense, haciendo hincapié en su función y características, así como en los aspectos litúrgicos que la rodean. Apartados donde se detallan desde las particularidades de su atuendo a la estructura de la celebración y otros detalles y curiosidades. Pero la cosa no acaba aquí, pues Javier Torres, médico patólogo, escritor, y auténtica alma máter de esta obra, tuvo la feliz ocurrencia de invitar a escritores, periodistas, filólogos, historiadores y demás enamorados de Sevilla, a escribir sobre los seises con una única condición: dejar volar la imaginación para plasmar nuestra visión sentimental del rito. Y digo «nuestra», porque hasta un servidor ha tenido el orgullo de dejar su impronta en forma de leyenda becqueriana. No en vano, es aquí donde la obra se torna verdaderamente mágica, pues podemos encontrar «desde relatos de ciencia ficción a narraciones de misterio y amor», según afirmó Torres en la entrañable presentación.

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Y es que cualquier persona que posea un mínimo de sensibilidad y aprecio por las cosas hermosas debería, al menos, hojear las páginas de este libro. Una obra que, amén de recoger testimonios literarios en forma de cuentos, relatos o reflexiones, camina con paso firme por la historiografía en torno a los pequeños danzantes y su relación con el templo metropolitano. Entre sus autores figuran nombres de peso en el apartado cultural y cofrade de la ciudad, como el citado Javier Torres, Pablo Borrallo, Jesús Luengo, Juan Pedro Recio, Rosario Naranjo, Guillermo Sánchez o Curro Rossi. Nómina que continúa con Salvador Terceño, José Manuel García Bautista, José Carrera, Charo Jiménez, Francisco Pérez Estepa o Reyes Calvillo —así hasta un largo etcétera—, a los que se suman ilustradores, fotógrafos y artistas como Teresa Guzmán, Paco Borrás, José Antonio Bravo, Salazar-Bajuelo, David Payán, Andrés Manuel Alfonso-Quiles, Paco Moraza, Beatriz Barrientos, Elena Montero, Paco Pérez, Antonio Sánchez Carrasco, José Antonio Zamora, Pedro Aranda, Javi Jiménez o Sebas Gallardo. Todos ellos con un objetivo común: recaudar fondos para levantar un monumento al seises en la ciudad. Un viejo anhelo de muchos sevillanos, promovido por la incombustible Ana Robles —viuda de Miguel Vázquez Garfia, organista y director de los seise entre 1980 y 1983— que será realizado por el conocido escultor e imaginero Jesús Méndez Lastrucci, y presumiblemente colocado en los Jardines del Cristina.

Héroes anónimos

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¿Cuántas veces habremos escuchado la frase «detrás de un gran hombre siempre hay una gran mujer»? Una máxima que, no cabe duda, se cumple en muchos casos. Pero también ocurre a la inversa, cuando un marido apoya incondicionalmente a su esposa para que esta cumpla sus sueños; y de manera recíproca, cuando dos personas se animan mutuamente para alcanzar sus metas. A eso se le llama generosidad, ya sea en una relación familiar, de pareja, de amistad o profesional. Fruto de ella muchas personas han llegado a ser lo que son y a brillar considerablemente, favoreciendo a la sociedad y a los que los rodean, a lo largo de la historia. Por poner un ejemplo, si Julia Warhola, checa emigrada a Estados Unidos en 1921, no hubiese criado a su hijo entre algodones enseñándole ingeniosas maneras de crear arte, hoy nadie conocería a Andy Warhol. No en vano, hasta las latas de sopa Campbell que el artista convirtiera en arte pop procedían de la despensa materna. Algo similar le ocurrió a Cassius Clay, cuando, tras divertirse con unos amigos, alguien le robó su bicicleta. Furioso, se adentró en un gimnasio donde conoció a Joe Martin, un policía aficionado al boxeo que, pese a no encontrar jamás al culpable, le hizo un regalo muy valioso: fijarle una meta en su vida y enseñarle a pelear por ella. De este modo, el humilde afroamericano se convirtió en Muhammad Ali, uno de los deportistas más grandes de todos los tiempos.

De la salvadora de «Lolita» a la montadora de «Psicosis»

Por esta y otras sesenta y tres buenas razones, Quién, qué, cuándo es un libro que deberías leer o regalar estas navidades, pues su premisa es tan original como hermosa y su aspecto delicioso. Traducido por Pedro Pacheco González y publicado por Nórdica Libros, sus 160 páginas de buen papel ilustrado y encuadernación a la antigua usanza —esto es en tapa dura—, nos regalan historias llenas de fe, confianza, ternura e incluso visión de futuro. Pues, ¿de qué otro modo podríamos explicar que Vera Nabókova salvase en repetidas ocasiones el manuscrito de Lolita, cuando un deprimido Vladimir Nabokov aún no era conocido? ¿Y qué decir de Alma Reville, la esposa de Alfred Hitchcok, que no solo resistió a su lado durante décadas de difícil convivencia, sino que fue su ángel de la guarda como montadora, puliendo y mejorando películas de culto como Psicosis? Dicho esto, no cabe duda de que Jenny Volvovski, Julia Rothman y Matt Lamothe, creadores de Quién, qué, cuándo, han hecho un trabajo encomiable recopilando historias de personajes en la sombra que merecen ser conocidos. Pero aún más encargando sus perfiles a escritores y artistas a lo largo y ancho del mundo —en la obra se dan cita desde una dibujante sueca de tiras cómicas a una poetisa y profesora rusa—. Profesionales de prestigio que han alumbrado un precioso proyecto gracias al cual podremos descubrir la cara B de iconos como George Washington, Marilyn Monroe, Louis Armstrong, Auguste Rodin, Marco Tulio Cicerón o Salvador Allende. O lo que es lo mismo, la vida y aportaciones de sus respectivos dentistas, fotógrafos, benefactores, musas, secretarios o mentores.

Las mejores películas del siglo XXI (II)

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La mejor película del año 2000 fue, con casi total seguridad, Fa yeung nin wa (In the Mood for Love) y ese año ese honor se disputó con fuerza. Wong Kar-Wai (Shanghai, 1958) realizaba una cinta poética, profunda, delicada y, al mismo tiempo, salvaje en su autenticidad. Era su séptima película y el guion era, también, cosa suya.

Lo que cuenta esta película es una historia de amor. Pero se hace sin querer ir más allá de lo que acabaría con la intimidad de los personajes. Por esa razón, en los momentos más intensos que vive la pareja protagonista, la cámara siempre queda por detrás de una verja, de un visillo o de algo que separa la acción de nuestra mirada.

Chu Mo-wan (personaje encarnado por un espléndido Tony Leung Chiu-Wai) es redactor jefe de un periódico local de Hong-Kong. Coincide con Su Li-zhen, una secretaria de una empresa dedicada al transporte marítimo (¡qué buen trabajo de la actriz Maggie Cheung!) al alquilar una habitación en un edificio de viviendas decadente. Sus respectivos cónyuges terminan formando una pareja. Los protagonistas ya estaban muy solos y terminan abandonados. Sin embargo, ambos tendrán remordimientos cuando se acercan y comienzan a fijarse el uno en el otro, ambos tenderán a confundir la realidad con lo que quisieran que estuviese ocurriendo.

La cámara del realizador busca cualquier gesto que nos pueda decir algo que se encuentre más allá de lo que vemos. Queda colocada debajo de una mesa o con el foco cegado parcialmente por cualquier obstáculo. La mirada perdida, un ademán rabioso, la ocultación del deseo tras el gesto contrario al que debería aparecer, son los detalles que se buscan con el objetivo detallista y delicado de Wong Kar-Wai. La fotografía de Christopher Doyle tiende al perfeccionismo, a lo fácil; busca la imagen elegante y preciosista.

Es importante señalar que el montaje es atrevido y obliga al espectador a no perder la concentración puesto que ese montaje desvela cómo se produce la acción que se presenta fragmentada y sin una estructura espacio temporal lineal.

Y más importante es destacar una banda sonora impresionante por estar elegida de forma primorosa. La partitura original es cosa de Michael Galasso. Son 20 cortes y destacan el que se titula Cassanova’s Flaute y el emotivo Li-zhen’s Dialogue. Cuando suenan los temas interpretados por Nat King Cole se produce un auténtico terremoto. El contraste entre la moda o las costumbres asiáticas y la música occidental de los años 60 es brutal. Suenan Aquellos ojos verdes, Quizás, quizás, quizás y Te quiero, dijiste. La acción dramática tiene lugar en Hong-Kong, Singapur y Camboya, en 1962, 1963 y 1966. Por ello, la elección de Galasso, además de ser perfecta desde el punto de vista artístico, casa a la perfección con la narrativa de la cinta.

El guion es escueto y no se escribió. Tal vez, se echa en falta algo más de profundidad en algunos diálogos que, aunque el realizador trata de compensar con música recurrente en algunos casos, quedan algo deslavazados. Son pocos y no afectan de forma rotunda al conjunto del trabajo.

In the Mood for Love se habla del amor y del amor como barrera insuperable para amar, de lo que queda en el camino y nunca podrá recuperarse, de lo que no se dijo y retumba en la consciencia por siempre jamás. Pero también de la amistad, de la necesidad de lo cotidiano para poder sobrevivir, de la elegancia frente al fracaso. Esta es una de esas cintas en las que se demuestra que la lírica y el cine son novios y lucen muy bonitos si se besan.

Las mejores novelas de la Historia (VIII)

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‘El desierto de los tártaros’ es ya un clásico de la literatura universal; una novela fundamental del siglo XX, escrita durante los comienzos de la Segunda Guerra Mundial; es la novela más reconocida de Dino Buzzati, autor italiano que participó desde el periodismo en algunas batallas que tuvieron lugar en dicha guerra.

Ya se dijo de esta novela que es kafkiana por su argumento opresivo; kafkiana por el absurdo de lo que inexplicablemente queda atrapado (en términos simbólicos) y no se resuelve; kafkiana porque lo incomprensiblemente irresoluto asfixia.

También se puede hacer una lectura de la novela tomando el tema del Otro; la otredad como lo desconocido que amenaza. O bien, dejar de lado a Kafka y a Todorov y acordarse de Beckett por la espera interminable: no sucedió hoy, pero puede que ocurra mañana. Y el absurdo de nuevo, que cuestiona el sentido de la vida, en este caso en particular, el de la de Giovanni Drogo. Porque El desierto de los tártaros es la historia del teniente Drogo que llega a la Fortaleza Bastiani, una Fortaleza de segunda categoría que como frontera marca el comienzo del desierto que se extiende tras ella. El desierto de los Tártaros precisamente, pero no porque haya Tártaros sino porque puede que los haya habido antiguamente. Puede que... Estamos ante una novela de la contingencia cuya trama se desarrolla en un lugar (en la Fortaleza, casi todo sucede ahí adentro) que empieza o acaba en el absurdo y el sinsentido (una Fortaleza para defenderse de un enemigo que tal vez es leyenda; una Fortaleza que se defiende de lo desierto).

Desde la llegada de Drogo a la Fortaleza, muy joven, hasta sus últimos días transcurren años, durante los cuales desea o planea irse de allí antes de que sea demasiado tarde, antes de ver su vida consumida en ese aislamiento; irse para volver a la ciudad y hacer una vida como la que hace la gente de allí. Pero no lo logra, y se queda atrapado en ese sitio de por vida. ¿Qué lo retiene? Sobre todo una esperanza: la esperanza de que por fin llegue la guerra, la esperanza del sentido. Una guerra que en varias ocasiones parece que va a suceder (puede que acontezca), pero que cada vez acaba siendo una falsa alarma y se posterga. Hasta que sí, llega la guerra, pero cuando llega lo encuentra a Drogo viejo y enfermo, entonces ya no tiene fuerzas para participar en ella. En la vida militar de Drogo, la que escoge y por la que sacrifica una vida civil, su realidad nunca es la guerra, siempre es la no-guerra.

Pero el tema es el tiempo: «la irreparable fuga del tiempo», como dice el narrador, y sus contrarios tener tiempo y estar a tiempo. Desde el comienzo de la novela, el paso del tiempo en la Fortaleza se configura casi como una maldición. Son muchos los que deberían haberse ido a tiempo pero no se fueron. Son algunas las advertencias que recibe Giovanni Drogo de que abandone el lugar mientras esté a tiempo; son varias sus elucubraciones acerca de efectivamente hacerlo, idea que cada vez cae en vacío por causa de un mecanismo absolutamente traidor que es pensar que todavía no hace falta hacerlo puesto que se tiene tiempo para eso. El tiempo es para el joven Drogo amenaza y antídoto al mismo tiempo. Hasta que ya no es joven y entonces el tiempo es lo que pasó precisamente porque había tiempo. Todo un contratiempo: Drogo que no llega a irse, una guerra que (le) llega a destiempo.

La muerte llega con la guerra. Como Drogo está enfermo y no puede participar activamente, se abre entonces su lucha interna. Una carroza pasa a recogerlo por la Fortaleza y se lo lleva lejos de la guerra, no para protegerlo, sino para quitarlo del medio porque es viejo y estorba. De allí el desencuentro de Drogo con la guerra que esperó toda la vida, pero entonces el encuentro con la nueva y última batalla: morir como un héroe. En la soledad de una cama desconocida, Drogo se propone un último intento de sentido, y la única oportunidad de su vida: entregarse a esa muerte patética -que sucede a la vista de nadie, en ninguna batalla real, defendiendo ninguna tierra y sin armas ni uniformes- con gozo, otorgándole el valor de heroica por el hecho mismo de soportarla con orgullo. Desde entonces, y por el poco tiempo que le queda (algunos instantes, unos suspiros) la guerra es interna, el desierto es su soledad y su cuerpo, casi muerto, es, paradójicamente, la única y última Fortaleza.

El bosque oscuro

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Si la primera parte de la Trilogía de los tres cuerpos gustó y sorprendió a miles de lectores, esta segunda entrega fue el espaldarazo definitivo que Liu Cixin necesitaba para dejar claro que es uno de los autores más interesantes de la ciencia ficción actual.

La novela tiene una estructura más que acertada, una profundidad en las ideas expuestas interesantísima, un diseño y evolución de los personajes estupendos que llega a fascinar en un par de casos concretos, y se remata con convicción y solvencia.

El bosque oscuro arranca desde la idea de la Paradoja de Fermi. Esta es una teoría física que propone una contradicción enorme que se produce cuando se manejan las altísimas posibilidades que hay de que existan civilizaciones extraterrestres y las nulas evidencias de que eso sea así. Fermi afirmó que cualquier civilización sería capaz de desarrollar una capacidad de destrucción que llegase a la posibilidad cierta de acabar consigo misma. Pues Liu Cixin estira hasta el límite esa idea y construye su relato sobre ella.

El libro de Liu Cixin es una novela de tesis aunque el autor es astuto y no se despega de la condición de novela que necesita para que el texto pueda casar con el anterior y servir como previo a la siguiente parte. Narra la casi segura invasión de la Tierra por parte de los habitantes del planeta Trisolaris y la creación de un plan llamado ‘Proyecto Vallado’ que dota de grandes privilegios y una cantidad de recursos desmesurados a cuatro elegidos.

El libro nos arrastra hasta un buen número de batallas y situaciones en las que el ejército es fundamental aunque, sobre todo, es la estupidez humana la gran protagonista. Las preguntas se acumulan a lo largo de la novela: ¿Qué haría el ser humano ante una invasión? ¿Qué precio estaría dispuesta a pagar la humanidad por salvar los muebles? ¿Hasta qué punto un ser humano lo es? ¿Cuándo las personas dejan de serlo para convertirse en nuevas personas? Y todo presentado envuelto en un agradable lirismo oriental y un buen número de ideas que se desarrollan con calma y bastante precisión.

Si el ritmo de El Bosque oscuro es mejor que el de la novela anterior, los personajes crecen y terminan brillando con fuerza. Tanto el personaje principal; Luo Ji, un hombre bastante normal con el que se puede empatizar muy pronto por representar ese antihéroe que llevamos todos en la punta de los dedos; como un comisario de policía, Shi Qiang, al que ya conocíamos de la primera entrega y que resultó ser extraordinario en todos los sentidos; se dibujan con tino, con trazos finos y estudiados. El resto de personajes son algo más fríos debido a que iluminan al principal. Y en algunos casos se les intenta cargar con una importancia algo excesiva como es el caso del comisario político que será fundamental en algunos pasajes de forma algo forzada.

La estructura de la novela facilita su lectura y su comprensión. Son tres partes. Las dos primeras se desarrollan en el presente y la tercera dos siglos después. Estas tres etapas podrían funcionar, sin ningún problema, como novelas del tipo fix-up. Otro acierto del autor.

Como resumen de lo que se encontrará un lector en este relato, señalo una frase que es de suma importancia: ‘El nacimiento de una nueva civilización incluye la formación de una nueva moral’.

Estupenda novela.

La edad dorada del misterio

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Las décadas de 1920 y 1930 supusieron para las novelas de misterio lo que el siglo XVI para las de caballerías: una etapa dorada fecunda en textos, autores y cifras de ventas. Originarias de las islas Británicas, en la mayoría de los casos, dichos títulos solían compartir patrones concretos, como el gusto por escenificar homicidios en grandes mansiones, la elección de entornos campestres como modo de evasión del núcleo urbano y el tomar como protagonistas a individuos pertenecientes a la clase alta. Estos crímenes, que podían incluir escenas sangrientas, pero raramente violencia explícita, se caracterizaban por una cierta ingenuidad yligereza que quedaría desfasada al estallar la Segunda Guerra Mundial. No cabe duda de que Agatha Christie, con sus sesenta y seis novelas policiales publicadas, dos mil millones de copias vendidas y más de cien traducciones en todo el mundo —su nombre aparece en el Libro Guinness de los Récords fue la indiscutible reina de un género en el que también sobresalieron creadores como G. K. Chesterton, Dorothy L. Sayers o John Dickson. De ahí que varios escritores de los últimos tiempos hayan decidido emular un estilo que es garantía de éxito debido a su influencia en nuestra cultura popular. Un ejemplo es la británica Sophie Hannah, responsable de «resucitar» cuarenta años después al detective Hercules Poirot con dos interesantes obras tituladas Los crímenes del monograma y Ataúd cerrado. Junto a ella, otros nombres que han decidido desempolvar el género han sido Graham Norton, Tilly Bagshawe o Stella Duffy. Y por supuesto Jessica Fellowes, a quien dedicamos estas líneas a propósito de la publicación en España de su novela Los crímenes de Mitford.

Basada en hechos reales

Ambientada entre 1919 y 1921 y publicada por Roca Editorial, un rápido vistazo a su cubierta, de un atractivo color azul con letras doradas que nos recuerda inevitablemente a la Belle Époque, permite hacerse una idea de lo que contienen sus páginas. Y es que el envoltorio, que remata una cuidada edición en tapa dura, incluye una clásica locomotora que nos traslada a escenarios míticos de ficción como el Orient Express, por lo que el tributo a los grandes del misterio está garantizado. Por ejemplo con los personajes, donde el aspirante a policía Guy Sullivan es un guiño al protagonista de Extraños en un tren, de Patricia Higsmith, y el atuendo de uno de los sospechosos remite a El hombre del traje marrón, de la propia Agatha Christie. Pero es que, más allá de estos homenajes, Jessica Fellowes menciona directamente a la creadora de Miss Marple, cuando Louisa Cannon, una de las figuras centrales de Los crímenes de Mitford, recibe uno de sus libros como regalo; probablemente El misterioso caso de Styles, publicado en 1920 y que coincide en fecha con la trama ideada por la británica. Esta nos presenta un caso real, el de la enfermera Florence Nightingale Shore, que tras servir valientemente en Francia durante la contienda de 1914, fue asesinada en el vagón de un ferrocarril con destino a Sussex y a plena luz del día. Se da la circunstancia de que la sanitaria era ahijada de la fundadora de la Cruz Roja, Florence Nightingale, y de que su muerte jamás fue esclarecida. En ese sentido, Fellowes trata de rellenar los huecos de un caso que conmocionó al Reino Unido, mientras introduce personajes dignos de una novela de ficción como las hermanas Mitford.

Una serie de siete novelas

Y es que, si ya es de por sí interesante tratar de explicar qué ocurrió en aquel vagón de tercera en la segunda década del siglo XX, aún lo es más combinarlo con una familia de aristócratas cuyos vástagos llegaron a relacionarse con personajes notables de la Historia, como Winston Churchill, Adolf Hitler o John F. Kennedy. Nos estamos refiriendo a Nancy, Pamela, Diana, Unity, Jessica y Deborah, quienes juntos al único hijo varón, Tom, fueron criados por Lord y Lady Redesdale en un excéntrico ambiente salpicado de viejas casonas señoriales, negocios delirantes, curiosas restriccionesy supersticiones varias. Algo que no impidió que los chicos sobreviviesen al extraño carácter de su padre —un militar traumatizado tras la Gran Guerra— desarrollando vidas nada desdeñables y repletas de episodios inverosímiles. No en vano, Diana Mitford inspiró Cuerpos viles, obra del británico Evelyn Waugh, y la propia Nancy —la mayor de las hermanas— dio luz a novelas como Amor en clima frío, recientemente adaptada para televisión por la BBC. Por eso, que Jessica Fellowes los haya elegido para sus próximos trabajos —la autora de las novelas inspiradas en Downton Abbey piensa hace una serie de siete libros, una por cada Mitford—, es un motivo de alegría para los fans de lo policiaco. Pues a lo mencionado hay que añadir la mezcla de clase baja y aristocracia ya utilizada en la famosa serie de televisión —por cierto, obra de su tío Julian Fellowes—, un despliegue de secundarios bien definidos y carismáticos y un humor típicamente británico. Aunque por encima de todo, este cóctel detectivesco destaca por su exquisita ambientación, su ritmo latente a partir de capítulos cortos, sus cuidados diálogos y dos incipientes romances que te hacen devorar las páginas con deleite, mientras acompañas a los protagonistas en su búsqueda del culpable. En suma, una novela que gustará tanto a los fans de la familia Grantham como a los de Agatha Christie y que, si todo sigue su curso, pronto verá la luz en la pequeña pantalla gracias a los responsables de The Crown.


Las mejores películas del sigo XXI (III)

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Los artistas se empeñan en que sus obras expresen lo que ellos tenían en la cabeza cuando escribieron, pintaron o rodaron una secuencia. Presentan la obra que toca y la explican para que nadie mire aquello desde una perspectiva equivocada. Insisten en ello una y otra vez. Su obra dice lo que ellos quieren que diga. Pero no. De eso nada. La contemplación de una obra de arte es todo menos eso. Es verdad que hay gente que antes de ir a ver una exposición, leer una novela o ver una película, echan un vistazo a críticas, manuales, biografías del autor o lo que tengan a mano, de modo que, cuando se enfrentan con la obra, ven lo que ya les han dicho que hay. Y tampoco. Esa no es la forma. Permite poder repetir lo que has leído al que tienes al lado mirando (si te toca uno que entiende un poquito haces el ridículo), permite creer que sabes de esto o aquello. Eso es verdad. Pero impide lo fundamental. Nadie puede recibir una obra de arte explicada. Eso es, sencillamente, imposible.

Digo todo esto porque he leído que Michael Haneke hace grandes esfuerzos en sus películas por encontrar razones que expliquen la aparición del fascismo en Europa después de la Gran Guerra. Y supongo que eso es lo que hace. Cosa que por otra parte me parece más que bien y no me importa en absoluto. Y digo todo esto porqueLa cinta blanca me dejó pegado al sillón por muchas razones entre las que no se encontraba esa búsqueda de explicaciones sobre la aparición del fascismo.

Primero un par de pegas. Aunque la película es magnífica, conviene señalar los pequeños defectos que presenta. Haneke utiliza en esta película un narrador (voz en off de un maestro de escuela) que olvida con facilidad durante algunas secuencias. Si eliges un punto de vista no puedes modificarlo para contar algo en concreto. Por ejemplo, si el narrador no sabe no puede contar. Así de sencillo. Haneke juega a que el suyo habla, a veces, de oídas. Y podría servir si no hiciera, en efecto, un cambio en el punto de vista. Esta es una pequeña pega de la película. Por otra parte, un mundo terrorífico, en el que todo gira alrededor de la envidia y de la brutalidad, no permite cualquier cosa al construir un personaje. En La cinta blanca tenemos un médico que es amante de la matrona de pueblo. Decide dejarla. Pues bien, la conversación que mantienen cuando él le comunica a ella su deseo de dejar la relación, es inverosímil. Un personaje puede tender a un extremo, por ejemplo, al de la maldad. Vale. Pero lo que dice ese personaje es completamente delirante. En la ficción también hay límites. Muy bien marcados. Y Haneke pasa por encima de ellos con cierta facilidad. Por último (en el capítulo de malas noticias) me sorprende que el director no utilice música (no lo hace casi nunca en sus películas) y que diga (esto es lo grave) que en la vida real no suena la música si no conectamos la radio o tocamos la guitarra. Ya lo sabíamos. Pero alguien debería decir a este hombre que sus películas no son eso que conocemos como mundo real. Es ficción. Creo yo que no pasaría nada, no perdería ni un gramo de intensidad su cine, al introducir música. Ciento cuarenta y cinco minutos son muchos minutos. Ya sé que esto es una apreciación muy, muy, personal. Pero me la perdonan ustedes.

Vamos con las buenas porque son excelentes. La fotografía de esta película es deliciosa. Se rodó en color, pero se presenta en un blanco y negro absolutamente maravilloso. El reparto, sin excepción, hace un trabajo impecable. Haneke logra sacar lo mejor de cada actor y, muchos de ellos, son niños (misión imposible). El clima que logra es terrible, horroroso, agobiante. Y lo hace sin empujones. Se toma su tiempo para hacerlo sin que apenas lo note el espectador. Excepto en el caso del médico, los personajes son totalmente creíbles.

Le guste poco o mucho al señor Haneke, su película habla de la duda. Lo del fascismo me parece muy bien aunque sería difícil que un espectador sin avisar lo viera con claridad. Muchos me podrán decir que no, que lo que hace es plantear preguntas y más preguntas sin dar solución a ninguna de ellas, que no habla de la duda sino que la plantea como vehículo para llevarnos hasta donde nos quiere tener. Podría parecerlo, si, pero no es así. Dejar una narración sin principio o final claro (Haneke deja su película sin ninguna de las dos cosas) no genera dudas, no desarrollar la trama en su totalidad no genera dudas. No. Y Haneke no plantea cuestiones y las deja sin resolver. Al menos, no todas se quedan sin una solución. Lo que exige con su cine es máxima atención para que podamos solucionar esa trama (no he dicho inventar, eso es otra cosa). Los que se quedan a dos velas son sus personajes, su narrador. Esos viven y conviven con la duda a cuestas y el mundo se dibuja desde ese lugar y las consecuencias que añade a la vida de los personajes. No saber significa no poder vivir. Y todos los habitantes de ese pueblo alemán son ignorantes de sí mismos y de lo de otros.

Todo es muy impresionante en La cinta blanca. Difícil y fascinante.

Son muchos a los que el cine de este director, y La cinta blanca en concreto, les parece un tostón. Lo puedo llegar a entender. Por ejemplo, no todo el mundo está dispuesto a mirar una pantalla que presenta una toma fija en la que la acción se desarrolla al otro lado de la pared durante más de tres o cuatro segundos. Haneke tiende a la exageración con frecuencia y quizás no aporte gran cosa a la intensidad narrativa o a la carga expresiva. No a todo el mundo le agrada que la narración deje abierto tantos frentes. Aquí el problema se hace enorme cuando el espectador intenta rellenar los huecos. Gran error por su parte. Eso es especular. Nada de echarle fantasía a la cosa. Lo que nos cuentan es lo que hemos visto. Nada más. Sin embargo, me apunto a los que se quedan pensando durante días sobre cómo han planteado una cuestión fundamental para el ser humano. Eso convierte en una maravilla este trabajo de Haneke.

Teoría de la liberación (gay)

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«HOMOSEXUALISMO CREADOR», de Alberto Nín Frías

En este estudio precursor, y muy valiente para el año en el que lo publica, el escritor uruguayo Alberto Nin Frías realiza un ensayo sobre los más destacados homosexuales de la Historia, relacionando sus biografías, hazañas, creaciones, o corrupciones, con los más íntimos complejos sensuales. Flota sobre todo el libro una admiración por el amor entre hombres, porque Homosexualismo creador no es más que una reivindicación. Se publicó en 1933 -en Madrid por cierto- adolece de numerosas inconsecuencias e inconveniencias porque hay que tener en cuenta que nombra las cosas por vez primera, así que los términos que utiliza son bastante lábiles, uranismo, homosexualismo, homogenismo, hermafrodita, pues aún no se ha unificado el pensamiento en su reflexión sobre la sexualidad. Está obligado el escritor también a guardar un sonoro silencio sobre lo explícito de las relaciones y de los actos sexuales, así que todo toma el camino de una reflexión sobre la amistad, así como sobre el carácter urano de los personajes que analiza.

Lanzándose por encima de esa barrera, Nin Frías se guía de su solo criterio para definir quiénes, y en qué momento de sus vidas, tuvieron ese carácter urano, deduciéndolo de sus actos o sus escritos, sin otro sustento en algún caso que el indiciario, con cierta falta de rigor que sin embargo le sirve para defender su tesis. Es curiosa, por otra parte, la discriminación que establece entre las características que pueden llevar a los uranos al ennoblecimiento, o a la voluptuosidad y la concupiscencia, creando de esa manera dos categorías de homosexuales –buenos y malos- que se cuida muy bien de separar, y censurar a estos para que no contaminen a aquellos.

La tesis viene a ser que todo varón más o menos sensible tiene un sustrato de indefinición, que la amistad profunda entre dos hombres es uno de los sentimientos más gozosos, más intensos y más engrandecedores de la condición humana; que debe de ser socialmente regularizada y que las sociedades que la asumieron como signo distintivo -los griegos- fueron las más avanzadas y refinadas. El encubrimiento o la exacerbación de ese sentimiento puede tener el resultado nefasto de llevar a algunos a la corrupción moral. Es decir, nada que hoy no certifiquemos como cierto.

La labor es titánica porque están todos aquellos sobre los que flotó en algún momento un aura de duda. Rigurosa porque los fallos que hemos mencionado son fruto de la condición iniciática del texto. Y aunque hoy nos pueda parecer trasnochada debemos pensar en el gran recurso que significó para muchos en épocas oscurantistas, y recordar que nunca se ha emprendido una obra así magna como esta.

«HERACLÉS», de Juan Gil-Albert

Hay textos que se ponen en valor por el momento en el que se han escrito, o editado. Por la intuición y la libertad que demuestran, y por su influencia en la sociedad y en su pensamiento.

Heraclés fue redactado en los años 50, y publicado en los 70.

Tono alto, título emblemático, y discurso erudito de un escritor exquisito, poeta y novelista, para un ensayo sobre la homosexualidad masculina.

Juan Gil-Albert repasa los momentos históricos que le interesan para elaborar un discurso sobre la naturaleza del sentimiento homosexual, repasando sus hechos diferenciales, analizando los comportamientos de las personas que muestran esa tendencia, los errores que comete la sociedad habitualmente al juzgarlos. Todo el tiempo intenta en escritor penetrar en la psicología y capturar intereses, anhelos, recelos, y deseos.

El libro es tendencioso –no podía ser de otra manera- el narrador bien implicado, el punto de vista fijo aun dentro de las variantes, muchas de las cuales no pudo atisbar Gil-Albert ante la ausencia de libertad y los tabúes de la época, que ayudó a superar con su valiente posicionamiento.

La relación con la mujer y con la madre, la mirada hacia el varón heterosexual, los roles de pareja, el pálpito del sexo, los condicionantes de la religión y la moral burguesa, el afeminamiento, el difícil paso de la adolescencia, el homoerotismo. Todo lo repasa el analista, que intenta trazar un mapa psicológico de la mente homosexual. Esto es imposible, claro, como sucede con cualquier generalización, pero también, como cada una de ellas, mantiene un fondo de verdad por la reducción a comunes de todo un colectivo.

Dar voz a lo que no la tenía, defender su legitimidad, intentar que se comprenda lo incomprensible, esos son los ejes de Heraclés, un texto filosófico y reflexivo.

«LA DIFÍCIL VIDA FÁCIL», de Iván Zaro

Doce testimonios de (más que sobre) la prostitución masculina.

Lo mejor de este libro es la intención. Y la labor de investigación realizada, con un cariño que se plasma en cada línea- por Iván Zaro. También su atrevimiento a adentrarse en un terreno pantanoso y su capacidad para haber podido rematarlo.

Partiendo de ahí los testimonios son válidos pero demasiado estandarizados, se ve que salen de una misma entrevista realizada a todos, en vez de hacerlo de la elaboración de diferentes cuestionarios, guiados por la intuición y la personalidad de los retratados, lo que los hubiera hecho más profundos.

Por ciertas pistas, por lo construcción de ciertas personalidades que el autor no ha sabido contener, podemos temer mentiras, mucha falsa identidad, mitomanía encubierta bajo todo lo contrario y ello nos lleva a lugares previsibles y comunes. Porque no todos deberían pensar lo mismo sobre determinadas cosas–la regulación de la prostitución, su desestigmatización, la relación con las drogas-, ni haber resultado en general la experiencia más positiva que negativa para todos los prostitutos; ni tan voluntaria su vinculación, ni tan poco traumática. No lo podemos creer. Que todos tengan la misma relación con la protección ante la enfermedad, o empatía con sus clientes, ni que hayan conseguido mantener a toda costa su estatus, siempre; ni haber terminado convirtiéndose –y estar orgullosos de ser- unos convencidos profesionales.

Aun así no deja de haber destellos cegadores de realidad, frases sinceras, resentimientos, miedos, horrores, de aquellos que ejercen -o ejercieron- una profesión, que tiene, por definición, mucho de teatral y de tramposa.

Desde mi punto de vista se acerca un lector más a esos ambientes con la obra literaria del prologuista, Luis Antonio de Villena, que a través de estos testimonios más o menos manufacturados.

El repaso de los diferentes lugares donde se ejerce la prostitución es técnico, pero poco emocional; ese mismo es el patrón que sigue la investigación sobre las diferentes prácticas, la intención de las preguntas, y la revelación de las personalidades, que dejan clara sin embargo la de su autor, buena, generosa y empática con las personas a las que ha dedicado su labor social a lo largo de muchos años.

Un trabajo parecido, en cierta forma, al que esos muchachos hacen.

Las mejores películas del siglo XXI (IV)

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There will be blood, Pozos de ambición en España, es una película estrenada en 2007. Se trata de una cinta extraordinaria que puede gustar muchísimo o aburrir a salas enteras. ¿Cómo puede ser eso? Pues porque ver esta película exige un grado de reflexión más que importante y no todo el mundo está dispuesto a hacerlo.

Es una adaptación de la novela de Upton Sinclair «Petróleo», escrita en 1927. Y es un homenaje al cine clásico. Incluido el cine mudo, todo tiene su propio guiño reservado en la película del realizador Paul Thomas Anderson. Aborda un asunto espinoso que lleva dividiendo a las sociedades desde hace siglos: ¿lo importante es lo material o lo esencial es lo espiritual?

Si no ha visto usted la película debería detenerse aquí. Me temo que para explicar lo que creo que es fundamental tendré que referirme a escenas concretas desvelando parte del libreto.

En la Biblia, concretamente en el Génesis, nos cuentan lo que sucedió entre Caín y Abel. Ya saben que fue el primer asesinato que cometió el hombre según la tradición judeo cristiana. Pero en realidad nos presentaban dos formas de vida; por un lado, el peligro que representaba el sedentarismo para un pueblo que tenía como objetivo encontrar a Dios y no podía quedarse quieto, es decir, por otro lado, el nomadismo. La historia de Caín y Abel se leyó siempre muy mal. Se sigue haciendo. En There will be blood tenemos esa muerte del hermano (o del que se hace pasar por él) como pecado de uno de los personajes y la confrontación entre el capitalismo y la religiosidad como forma de vida. Por eso la última escena de la película es la que es. Daniel Plainview, el empresario que se obsesionó con el poder del dinero muchos años atrás, asesina al pastor Eli Sunday. Representan el capitalismo más salvaje y la espiritualidad más tramposa y casposa, respectivamente. El dinero acaba con lo que no se puede tocar, con lo espiritual. Y así fue en ese momento histórico y aún sigue vigente. Si la película se ve como la historia de un hombre que progresa y se vuelve loco a causa del dinero, no estaremos entendiendo nada de nada.

La fotografía de There will be blood es sensacional, se busca un movimiento de cámara que esté justificado y sea elegante (la escena de las vías de tren al frente y el vehículo circulando en un camino paralelo es impresionante), el vestuario es espectacular, maquillaje y peluquería estupendos, la puesta en escena como conjunto resulta elegante. El montaje es clásico y no presenta problema alguno aunque es lo menos destacable.

El trabajo de Daniel Day-Lewis encarnando al personaje principal es completo y perfecto. Se le ha tachado de histriónico aunque lo que hace el actor es llevar al extremo un perfil que requiere cierta tendencia a la exageración puesto que es la representación sarcástica de un sistema económico completo. Paul Dano hace un buen trabajo haciendo de pastor radical y fanático aunque va de menos a más en su interpretación.

Un aspecto importante que no puede dejar de destacar es la banda sonora. Es magnifica; la firma Jonny Greenwood, componente de Radiohead.

La película huye como si del diablo se tratase de todo eso que vemos en las películas actuales y que rebajan tanto los niveles técnicos: planos secuencias eternos sin justificar, planificaciones absurdas, bandas sonoras invasivas que en lugar de matizar la imagen son acompañadas por la imagen, trucos que tapan las carencias y no eliminan los problemas...

Esta es una película que se debe ver. Cada cual disfrutará más o menos, pero hay que verla porque es de las que ayudan a formar un criterio propio. Es lo que tienen las grandes cintas.

Las mejores películas del siglo XXI (V)

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La importancia de Zodiac es que es una película alejada de los territorios comunes que tanto se transitan en las películas que tratan asuntos que tienen que ver con los asesinos en serie y con las investigaciones policiacas. El ritmo narrativo, sin que ocurra nada deslumbrante o especialmente inquietante, no decae en ningún momento aunque hay que advertir que el realizador se toma su tiempo para contar lo que quiere. La primera hora y media es, en ese sentido, soberbia. La tensión que se vive cuando uno de los personajes en el último tramo de la película baja a un sótano con un sospechoso es brutal. La película se salpica de escenas inquietantes, de momentos descorazonadores, de imágenes perversas.

Pero es verdad que habrá espectadores que dirán que la película es lenta y que la obsesión que nos relatan es reiterativa en exceso. No les faltará razón porque lo que David Fincher junto con el guionista James Vanderbilt nos quiere contar es la obsesión de los personajes que quieren escapar de un laberinto creado por un asesino en serie. La ficción trata de recrear la realidad y una obsesión es lo que.

La puesta en escena de Fincher es elegante hasta más no poder. La dirección actoral sobresale sobre todo lo demás y los actores principales (todos masculinos) entregan un trabajo estupendo. Destaca Robert Downey Jr. encarnando el papel de periodista excéntrico, bebedor e iluminado. Pero Jake Gyllenhaal, Mark Ruffalo y Anthony Edwards consiguen defender sus papeles sin dificultad alguna. El vestuario, la iluminación, el maquillaje o la peluquería, muy bien. Cada cosa hace el papel que toca y todo está perfectamente ordenado en esta película.

Lo que cuenta Zodiac es la historia de una obsesión protagonizada por dos policías y dos empleados de un periódico. De 1966 a 1978, un asesino en serie provocó un enorme pánico entre la población de San Francisco. Envió cartas a diferentes redacciones y anduvo jugando con todos sin que le descubrieran. Se le conoció como ‘El asesino del zodiaco’. Nunca se pudo descubrir su identidad.

Si alguien piensa en esta película como el thriller en el que hay persecuciones, espectáculo emocionante y crímenes creativos, que vaya eligiendo otra cosa. Esta película no es la suya. En esta lo que va a encontrar es una planificación de cada escena riguroso y minucioso, una historia enredada sobre sí misma, unos personajes que van creciendo y evolucionando poco a poco. Y un arranque de hora y media fuera de lo normal en cuanto a tensión se refiere. Porque no hay excesos de sangre ni crueldad aunque cada asesinato logra poner los pelos de punta.

Acompaña la acción una banda sonora que no invade en ningún momento territorios que no son suyos y se agradece que no se utilice para marcar tempos que no corresponderían a un guion como este.

Es posible que, pasados unos años, esta película se mire como revolucionaria, como verdadera obra de arte del cine. Es el tiempo el que permite que eso suceda sin que existan equivocaciones. Es sin duda una de las mejores películas estrenadas en lo que llevamos de siglo.

Las mejores novelas de la Historia (IX)

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La creación de un mundo. Eso es lo que define la obra de los grandes escritores, entre los que se encuentra el cubano Alejo Carpentier. Un mundo con sus propias leyes y una perfecta sincronización de las piezas que lo arman: colores, ciudades, personajes, ambientes y sonidos, envueltos en la niebla creacional de los fenómenos de la atmósfera.

Sin que nos demos cuenta en Los pasos perdidos nos vemos inmersos en situaciones de las que ya no podemos salir, hechizados por lo que sucede en ellas, pero también por la propia metafísica de su realidad.

Trama y relato sometidos a la elaboración literaria como tema.

Como en otros escritores latinoamericanos nos encontramos con una prosa que alterna lo épico, lo solemne, la soberbia de la alucinación y la materialidad de lo tangible.

Y la música.

La música sin la que la obra de Carpentier no se puede comprender y que está en el trasfondo de sus novelas, generando un ritmo especial, indisociable de la escritura.

Aquí el motor de la novela es la búsqueda, en lo remoto de la selva, de raros instrumentos musicales, esto le sirve al narrador-protagonista para guiarnos por un viaje al corazón de las tinieblas que es el origen de la música, en una gran aventura americana a través de un Nuevo Mundo inmenso, desbordante de maravillas, una búsqueda de El Dorado, una nueva Odisea que se inicia en un espacio inusual, entre las bambalinas de un teatro, para avanzar por ciudades latinoamericanas en eterna revolución, cordilleras primigenias, selvas; sintiéndonos tras Los pasos perdidos de los primeros conquistadores que obsesionan a Carpentier.

Es efectiva, por ejemplo, la descripción de una ciudad por las imágenes que materializan en ella quince faroles, narración –pues- creada con impresiones de palabras y de sonidos.

Los pasos perdidos es el deambular los hombres -por el planeta, por el tiempo- en busca del conocimiento, de la comprensión de la naturaleza, de una inocencia de paraíso perdido.

Nítidas referencias nos guían por la intención de la novela.

Podemos decir que Alejo Carpentier publicó esta novela en 1951, que había recibido en su juventud una formación musical que marcaría su persona y su obra, que suele citarse El siglo de las luces como su novela fundamental; y que -por su tono alto, la utilización soberbia del vocabulario y la intensidad de su trasfondo- Los pasos perdidos es una novela apasionante.

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